domingo, 11 de marzo de 2018

Vida/Perra (1982)




Director: Javier Aguirre
España, 1982, 94 minutos

Vida/Perra (1982) de Javier Aguirre


En esencia, el monólogo que Esperanza Roy lleva a cabo en Vida/Perra no dista demasiado del protagonizado por Lola Herrera en Cinco horas con Mario: curiosamente, ambas actrices no sólo nacieron las dos en 1935, sino que sus respectivos papeles, sendas adaptaciones de novelas, se enmarcan en la represión machista que tantas mujeres hubieron de padecer en la España nacionalcatólica del franquismo.

La diferencia, sin embargo, estriba en el hecho de que Juanita Narboni se muestra mucho más desinhibida que Carmen Sotillo tanto en lo contundente del vocabulario como en la intensidad de sus confesiones íntimas. Así pues, el particular ajuste de cuentas con el pasado de esta solterona (natural de la ciudad de Tánger en el relato de Ángel Vázquez, detalle éste obviado por la versión cinematográfica) adquiere una insólita vehemencia, rayana en el paroxismo, en manos del tándem Javier Aguirre/Esperanza Roy (marido y mujer en la vida real), quienes, un poco al estilo de John Cassavetes y Gena Rowlands, no dudaron en utilizar su propio apartamento como escenario de rodaje.



En cuanto a las obsesiones de Juanita, cabe decir que éstas son básicamente dos: su madre y su hermana, figuras que la marcaron de forma muy negativa y destinatarias, por ende, de la mayor parte de dardos envenenados que vaya lanzando a lo largo de su febril soliloquio. De la primera llegará a olvidar el rostro, mientras que de la segunda no puede soportar la idea de que fuese una mujer liberada: ella, que apenas sí tuvo un novio en su juventud, que a la postre resultó ser homosexual. Para abordar tan delicado asunto, la cámara se irá acercando progresivamente al personaje en cada una de las distintas tomas, de modo que Juanita acaba interpelándonos no pocas veces, en un constante diálogo consigo misma y con sus familiares.

Frustración a raudales teñida de amargura que la realizadora marroquí Farida Benlyazid no acertó a repetir en el remake que dirigió en 2005, coproducción con España protagonizada por Mariola Fuentes en la que el "Anticine" de Aguirre dejaba paso a una convencional puesta en escena en la que un cuantioso reparto, internacional y políglota, restaba fuerza al vigor de la interpretación que Esperanza Roy había sido capaz de cargar ella sola sobre sus espaldas dos décadas antes.


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