sábado, 13 de enero de 2018

Tandem (1987)




Director: Patrice Leconte
Francia, 1987, 86 minutos

Tandem (1987) de Patrice Leconte


La Filmoteca de Catalunya presentaba esta tarde un lleno absoluto en su sala grande para dar la bienvenida a Patrice Leconte (y eso que, en la sala de al lado, se proyectaba Paterson de Jarmusch con todas las entradas vendidas). Pero es que estamos hablando de un director que tiene en su haber una lista nada desdeñable de éxitos populares, desde aquellos míticos Les bronzés (1978) hasta la mítica Le mari de la coiffeuse (1990), que, sólo en Barcelona, alcanzó la friolera de diecisiete meses en cartel.

La película de hoy, sin embargo, nunca llegó a estrenarse en España (de hecho, ha sido complicado obtener una copia para proyectarla en la cinemateca catalana; y eso aun a condición de que la sesión fuese gratuita, dados los problemas de derechos de autor que arrastra la cinta). Lo cual no deja de ser una verdadera lástima, ya que Tandem (1987) plantea un duelo interpretativo notable entre Jean Rochefort y Gérard Jugnot, especie de don Quijote y Sancho, respectivamente, (como muy bien apuntaba Esteve Riambau durante el posterior coloquio) que recorren las carreteras francesas, alojándose en hoteles de tercera, para hacer llegar a los pueblos de las provincias un célebre concurso radiofónico en directo de preguntas y respuestas.



En realidad, un análisis somero de la filmografía de Leconte demuestra enseguida que dicho planteamiento es muy de su agrado, toda vez que resulta fácilmente reconocible en filmes como L'homme du train (2002) o Mon meilleur ami (2006). Preguntado sobre el parecido de esta última con Tandem, el cineasta no ha tenido más remedio que reconocer los puntos en común: dos tipos antagónicos que, por contra, se acaban complementando al tiempo que nace entre ellos una gran amistad.

Tiene Tandem, además, ese toque crepuscular y decadente del hombre venido a menos que intenta, sin éxito, ocultar sus miserias sólo para resultar aún más patético en el ocaso de su carrera: es el caso, por ejemplo, de Michel Mortez, su protagonista, quien, aparte de un apellido que hace pensar inevitablemente en alguien moribundo, interpreta una escena bastante reveladora en la que llama por teléfono a una supuesta amante. Son esos pequeños perdedores anónimos tan del gusto de un director que siente debilidad por quienes luchan denonadamente contra la indiferencia que los rodea. Como ocurriría, precisamente, en la gala de los premios César de aquel año. Nos lo contaba Patrice Leconte durante el coloquio: pese a estar nominada en seis categorías, Tandem apenas recibió un galardón muy secundario (al mejor cartel). De modo que, tras la ceremonia, el siempre expresivo Rochefort le espetó: « Quelle branlée !! » ("¡Menudo palizón!"), algo que no sentó muy bien al director. Situación que volvería a repetirse tres años después con El marido de la peluquera (siete candidaturas y ningún César...). Sólo que, en esta ocasión, el actor únicamente se giraba cada vez que el premio iba a parar a otro, moviendo los labios aunque sin llegar jamás a emitir la frasecita de marras. Anécdotas que Leconte recuerda con una mezcla de cariño y de aflicción ahora que Rochefort ya no está: "Mientras vivía, nos llamábamos cada vez que uno de los dos tenía una historia interesante que contar: desde que falleció, en cambio, ya no sé a quién llamar..."


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