viernes, 5 de enero de 2018

El hombre del cráneo rasurado (1966)




Título original: De man die zijn haar kort liet knippen
Director: André Delvaux
Bélgica, 1966, 95 minutos

El hombre del cráneo rasurado (1966)


¿Qué pasaría si mezclásemos la obsesión romántica de Vértigo con el horror maníaco de Psicosis para, acto seguido, verter el resultado en el molde laberíntico de El año pasado en Marienbad? Pues que muy probablemente obtendríamos algo similar a El hombre del cráneo rasurado, largometraje que supuso el debut en la dirección de André Delvaux y que, pese a estar inicialmente concebido para la televisión, acabaría convirtiéndose en una de las películas de culto más inquietantes jamás filmadas.

Como ocurre con buena parte de la literatura fantástica germánica, desde la absurdidad kafkiana hasta El Golem de Gustav Meyrink, uno no sabe muy bien si lo que está viendo obedece a algún tipo de lógica o si, por contra, se trata de las ensoñaciones febriles que un loco forjó en su mente. Puede que ahí radique el legado de la novela de Johan Daisne en la que está basado el filme, en adoptar el punto de vista de un profesor fascinado hasta tal extremo por una de sus alumnas que llega a perder la noción de lo real.



En cualquier caso, ni Govert (Senne Rouffaer) posee la sofisticación de Humbert Humbert, pese a su gusto por la tonsura como forma de relajación, ni Fran (Beata Tyszkiewicz) es ninguna Lolita adolescente. Todo resulta mucho más confuso en esta pesadilla, teñida del mismo tono mortuorio (sobre todo a partir del momento en el que irrumpa el forense Mato) que Delvaux acabará de explotar en Cita en Bray (1971). Por de pronto, Govert, gradual y visiblemente trastornado por el relato de la promiscua vida sentimental de Fran, acabará disparando contra la joven en la habitación de hotel en la que coinciden años después.

Llegados a la escena final, se plantea el gran dilema: Govert se encuentra ahora recluido en un psiquiátrico, tal vez pagando por el crimen que cometió. Pero al asistir a una proyección junto con los demás internos descubre, asombrado, que Fran es aclamada por la prensa al otro lado de la pantalla. ¿Cuándo se rodó dicho noticiario? ¿Antes o después de su reencuentro en el hotel? ¿La mató o soñó que lo hacía? Nadie puede responder a los interrogantes ante los que el propio Delvaux prefirió inhibirse. Baste decir que haciendo acabar su película en un manicomio lleva a cabo una pirueta que lo emparenta con El gabinete del doctor Caligari (1920) y que anuncia lo que, una década más tarde, será Alguien voló sobre el nido del cuco (1975).


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