domingo, 3 de septiembre de 2017

El topo (2011)




Título original: Tinker Tailor Soldier Spy
Director: Tomas Alfredson
Reino Unido/Francia/Alemania, 2011, 122 minutos

El topo (2011) de Tomas Alfredson


El argumento de El topo partía, aparentemente, de una premisa bastante discutible: los británicos son gente gris y aburrida. Quizá porque su director es sueco, quizá porque se trataba de su primera película en inglés. Tal vez porque inconscientemente las novelas de John le Carré se asocian con una época (la de la Guerra Fría) ya de por sí bastante gélida. ¿Quién sabe? Pero lo cierto es que ésa es la sensación que transmite Tinker Tailor Soldier Spy, en especial por la paleta de tonalidades apagadas que el el suizo Hoyte Van Hoytema eligió para ilustrarla como director de fotografía.

Sin duda estamos ante una película de mérito, jalonada con tres nominaciones a los Oscar y unas interpretaciones notables a cargo de Gary Oldman (Smiley), John Hurt (Control), Colin Firth (Haydon) o Benedict Cumberbatch (Guillam). La banda sonora de Alberto Iglesias, de nuevo acompañando una adaptación de le Carré (tras El jardinero fiel, 2005) y, como entonces, nominado por los académicos de Hollywood, es una de sus bazas principales. Y ahí queda todo, que no es poco.



A pesar de ello, aun teniendo en cuenta el apabullante despliegue de medios con escenas rodadas en Hungría, Estambul o Londres, El topo no nos convence. O a lo mejor lo que ocurre es que sería deseable haber leído la novela o tener unos conocimientos profundos sobre el contexto histórico para disfrutarla plenamente. No sé. Pero hay algo en esta película que chirría. ¿Será su insistencia en intentar recrear la atmósfera gris de los años setenta, materializada en enormes gafas de pasta, paredes empapeladas con estridentes diseños, pantalones de campana e interminables guateques? ¿Será una cierta socarronería por parte de algunos personajes a pesar de lo complejo de una trama basada en continuas traiciones entre agentes del M16?

Sea lo que fuere, escuchar a Julio Iglesias cantando "La mer" de Charles Trenet en la secuencia final llevaría a pensar que, más que una película de espías, hemos visto una parodia de lo que en tiempos fueron las turbulentas relaciones de las potencias occidentales con los temibles confidentes del KGB.


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