domingo, 21 de mayo de 2017

Noche de verano (1963)




Director: Jorge Grau
España/Italia, 1963, 111 minutos

Noche de verano (1963) de Jorge Grau


Revisando los títulos de crédito de Noche de verano a uno no le queda más remedio que quitarse el sombrero: Paco Rabal, Gian Maria Volonté, Miguel Narros... en el reparto; Antonio Eceiza, Elías Querejeta... en la producción ejecutiva; Antonio Mercero como ayudante de dirección... Lo cual no impidió que la película, sin embargo, sufriese los cortes de la censura, mutilando casi un cuarto de hora de su duración original. Era inevitable: Jorge Grau iba muy lanzado y el país que lo veía debutar en el largometraje, demasiado poco a poco. Al menos en lo referente a la sacrosanta moral. 

Porque las parejas que protagonizan esta historia practican la hipocresía que tanto se estilaba antaño en el medio burgués: la de esposa oficial y querida oficiosa. Aquella Barcelona de la Gauche divine (que ni era Gauche ni mucho menos divine) aparece aquí retratada habiendo pasado por el tamiz italianizante de los Antonioni o Rossellini entonces tan en boga. No en vano, el propio Grau se había pasado un par de años estudiando en el Centro Sperimentale de Roma, o sea que es lógico que algo se le pegase.

La italiana Marisa Solinas en el papel de la universitaria Alicia


En todo caso, por más que se insista en la influencia que dichos modelos pudiesen haber ejercido sobre la película, conviene recordar que la denominada Escuela de Barcelona también practicó este cine verbenero y noctámbulo con predilección por lo etílico, en especial si hablamos de José María Nunes, cuyas Mañana (1957) y, sobre todo, Noche de vino tinto (1966) plantean no pocas similitudes con la ópera prima de Jorge Grau.

Las Ramblas, la Paloma y su pista de baile, el Borne, Plaza Catalunya, la Diagonal, el picassiano Colegio de arquitectos con la catedral al fondo... he ahí la particular geografía en la que transcurre la acción de Noche de verano, con una escapada puntual a Begur, en la Costa Brava. Aunque, en realidad, son dos las celebraciones de San Juan que aquí tienen lugar, puesto que el lapso temporal abarcado es de un año: el que va de la primera a la segunda verbena. Y tanto en una como en la otra vivimos la misma escena: Bernardo (Paco Rabal) conduciendo a pleno sol por las calles de la ciudad a bordo de su Citroën modelo Tiburón en busca de chicas guapas. Metáfora más bien áspera (aunque menos que la enorme cornamenta que preside el bar de copas en el que se reúne con sus amigos) y que dota al conjunto de una eficaz estructura circular.

Umberto Orsini (Miguel) con el monumento a Colón al fondo

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